EL DÓLAR

Nota original: http://restaurarg.blogspot.com/2019/08/el-dolar.html

El estado tira pesos al mercado. Y ahí todos se abalanzan como pirañas. 

Autora: Iris Speroni


El precio del dólar (o “tipo de cambio”, en la jerga) es un precio más.

Las cosas que se venden y se compran tienen precio. Un Kwh, el kilo vivo de novillo en Liniers, una tonelada de maíz pisingallo, un frasco de mermelada de naranja, un sueldo de un encargado de propiedad horizontal con tres años de antigüedad, un litro de gasoil, un rollo 100% cobre de 30 metros de 12 awg.

¿Por qué sube el dólar? Por la misma razón que sube el precio del cable de cobre. Hay razones endógenas y exógenas. Si sube el precio internacional del cobre, sube el precio del cable de cobre, aún en los países con moneda estable (razón endógena al bien). En un país con inflación, los precios del cable de cobre suben aún cuando el precio internacional permanezca estable (razón exógena al bien).

En los cuatro años de gobierno del presidente Macri tuvimos una inflación por una sola razón: el Banco Central de la República Argentina emitió a lo loco.

Los procesos inflacionarios tienen una particularidad: no todos los precios suben de igual modo.

Al emitir, el estado tira pesos al mercado. Y ahí todos se abalanzan como pirañas, donde gana el más fuerte.

Así que la inflación tiene varios efectos: deja a la economía sin precios, da más margen de ganancia a los fuertes, distorsiona los precios relativos.

¿Qué es un precio relativo? Cuánto de un bien necesito para comprar otro. ¿Cuántos cajones de naranja necesito para comprar un litro de gasoil? Si el gasoil cuesta muchos cajones de naranjas, el flete se vuelve caro, incluso hasta el punto en que al productor prefiera no cosechar.

Una economía sin inflación permite ir colocando los precios relativos en su justo lugar. Una economía inflacionaria permite abusos de los fuertes sobre todas aquellas personas que tienen su poder atomizado (débiles).

Desde hace un tiempo los gobernantes deciden manipular el tipo de cambio con el fin de “contener” la inflación. Es tapar el sol con la mano.

Si el gobierno emite, ese dinero a algún lado va. Si no va a los precios atados al dólar (exportaciones, importaciones, tarifas con contratos en dólares) va al resto de la economía. No sube el precio de los medicamentos importados, pero sí el queso, la peluquería, las entradas al teatro y el pollo.

Escuché en loop esta semana en la televisión que el tipo de cambio afecta a los alimentos, y que por lo tanto afecta a los más pobres. La consecuencia de esa declaración sería: “tenemos que controlar el tipo de cambio para abaratar los precios de los alimentos para defender el poder de compra del salario”. Quienes así hablan se paran en un pedestal a defender: El Poder de Compra de los Más Humildes. “Nosotros somos buenos”.

No.

Un kilo de pan sale $ 100. Una tonelada de trigo en Rosario sale $ 11.000. La incidencia del trigo en el kilo de pan es mínimo (11%). ¿Qué compra uno cuando compra pan? Compra impuestos, compra flete, compra electricidad, compra mano de obra, compra bienes inmobiliarios (alquiler, expensas).

Cuando uno paga $ 300 de carne, compra frío, es decir, electricidad. Con $ 300 uno compra $ 150 de impuestos y el resto: electricidad, gasoil, peaje, mano de obra, alquileres. Quien menos cobra de los $ 300 es el productor ganadero.

De todo eso nadie quiere hablar. Lo más fácil: pedir que no suba el dólar.

Pero recuerden, como una letanía: el tipo de cambio alto beneficia a las economías regionales (a los garbanzos de Córdoba, a la madera de Corrientes, al pacú de Formosa, a las aceitunas de La Rioja, a las peras de Río Negro, a la centolla de Tierra del Fuego, a la lana de Chubut).

Un tipo de cambio alto perjudica a los bancos y a los contratistas del estado que cobran en pesos, a la clase política porque licúa sus salarios. Un juez que ganaba $ 300.000 el año pasado, ganaba U$S 8000 mensuales (más que un juez francés de la misma categoría). Hoy cobra U$S 5.000.- 

Así que recuerden: cuando vean en televisión a un economista defender el tipo de cambio atrasado con la excusa de “Poder de Compra de los Más Humildes” en realidad está defendiendo el valor en dólares de los dividendos de Roggio (Autopistas del Oeste) o de Wagner (constructora) o del Diputado X que lo tiene como asesor.

Si algún día vamos a tener una república federal tenemos que tener un tipo de cambio alto. Estimula las exportaciones - agrícolas e industriales -. Un tipo de cambio alto desestimula las importaciones, en particular, la subsidiada proveniente de China. Un tipo de cambio alto es la barrera natural contra el contrabando.

Si realmente quieren que un tipo de cambio alto NO afecte el precio de los alimentos lo primero que hay que hacer es eliminar todo impuesto a los combustibles (IVA, Ingresos brutos, impuesto al cheque, impuesto interno a los combustibles, tasas municipales). Eliminar los peajes. Eliminar todos los impuestos al forraje (encarecen la carne de chancho y pollo). Eliminar todos los impuestos a las tarifas. Eliminar los impuestos a los alimentos. Todo impuesto, nacional, provincial, municipal.

Sacar el impuesto final y no a los insumos no sirve porque obliga al productor a acumular créditos fiscales que nunca recuperará.


LA DEBACLE DEL DÓLAR DE LA SEMANA DEL 12 AL 16 DE AGOSTO DE 2019

El precio del dólar se sinceró. El Banco Central quemó miles de millones de dólares desde el año 2015 a hoy para mantener atrasado el tipo de cambio, con dos objetos en mente: enmascarar la inflación y vender dólares baratos a los amigos.

Poner un precio que no es, es una estafa a todos los argentinos con diferentes consecuencias: dilapidación de reservas, endeudamiento, perjudicar todo el interior del país.

¿Por qué tienen que “contener” el dólar? P

Porque el BCRA emitió miles de millones de pesos para pagar los intereses de su bicicleta de LELIQs y antes de LEBACs. Ese dinero sale del circuito, de golpe o a cuentagotas, y va a la economía donde provoca inflación.

Por eso Alberto Fernández en su conferencia dijo que el dólar a $ 45 estaba “contenido” y que a $ 60 le parecía “que estaba bien”.

El gobierno que se va ha puesto a la Argentina en curso de colisión. El daño que ha hecho a la economía con su emisión galopante, su derroche en sueldazos a ñoquis, gastos superfluos y peculado en general, y su manejo de la deuda pública, es un daño que nos costará décadas reparar. El atraso combiario ha lastimado a las economías regionales. La tasa del 80% fue un negoción para bancos y fondos de inversión, pero se ha llevado todo el excedente de la economía argentina. Ha sido - y es - una transferencia de toda la sociedad (productores agropecuarios, jubilados, asalariados, empresarios industriales, comerciantes) a los bancos.

El sector rural no hizo la cuenta de que todo el dinero que le dieron al gobierno en concepto de retenciones, el gobierno, a su vez, se lo dio a los bancos en concepto de intereses, en lugar de modernizar puertos, eliminar peajes o hacer andar los FFCC.

La debacle ha sido decidida por el poder ejecutivo - abusando de sus facultades constitucionales - y así lo entendió el electorado que lo desalojó del poder.

Todos los partidos políticos aprobaron el presupuesto 2019.

La definición del precio del dólar es responsabilidad del Congreso y es indelegable. Sin embargo la delegaron en el poder ejecutivo quien nombró directores del BCRA en comisión.

El Congreso aprobó el endeudamiento.

El Congreso aprobó un gasto público manirroto y estrafalario.

La política del BCRA es responsabilidad exclusiva del congreso. Si el BCRA fija una tasa del 80%, algo está mal. Y es el Congreso el que debe corregirlo.
El gobierno decidió endeudarnos con el FMI con el objeto de vender esos dólares y así mantener artificialmente bajo el tipo de cambio. Tenía la expectativa de mejorar sus chances electorales.

El Congreso, responsable del BCRA y de la deuda externa, debió remover las autoridades del BCRA y frenar la deuda antes de ser desembolsada.

No movieron un dedo.

La omisión frente a un desfalco - de esta magnitud - es un incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Siendo el Congreso responsable, no se ocuparon de abatir una tasa fijada por el BCRA (80%) que mata toda actividad económica, ni de combatir un tipo de cambio bajo que mata a las economías regionales.

Debieron ser los políticos, a través de conversaciones privadas o a través del uso las herramientas que a tal fin les otorga la Constitución Nacional, quienes deberían haber parado este desfalco brutal confeccionado a medias por funcionarios públicos y el FMI.

Ya le costó la quiebra a decenas de miles de empresas, el empleo a cientos de miles de argentinos, la caída del producto, en particular el industrial, y un endeudamiento atroz que pagaremos por generaciones.

Para controlar al ejecutivo es que se le pagamos $ 200.000 mensuales a los legisladores. Para evitar que estas cosas sucedan es que pueden remover ministros, cambiar las autoridades del BCRA y, eventualmente, hacer un juicio político al presidente.

Los políticos eligieron dejar correr, aún a costo gravísimo para toda la población. Tuvo que ser la población la que parara este desquicio. De la misma forma que tuvo que ser la población la que frenara “Cristina Eterna” ante la cobardía y comodidad de la clase política.

Más error del gobierno por hacerlo es de los legisladores por permitirlo. 
En diciembre empieza una nueva etapa. Esperemos que el nuevo presidente sea sensato y prudente, y que si así no fuera, los legisladores le den las señales correctas para corregir su comportamiento en tiempo y en forma, que para eso les pagamos.

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